Hechos recientes (o no).
Últimamente no encuentro un motivos para escribir. Las musas, esas zorras escurridizas que tantas veces me la han jugado, siguen siendo las mismas que antes... ¿Cual es el problema entonces? ¿Seré yo? ¿Que cambió en mi para que yo dejase de plasmar mis pensamientos en esta hoja de papel?
Hoy releí mi blog.
No soy esa persona llena de optimismo que antaño tenía como objetivo una ansiada felicidad al lado de una persona, de tener algo que compartir con alguien y ser correspondido. Hoy ese deseo se marchitó. Murió.
El optimismo que me hizo creer que esta sociedad merecía la pena. Que aun había esperanza para aquellos que la buscaban, y que por ello, valía intentar cualquier cosa.
Ese optimismo se ha transformado en frustración. De ver como los intentos por ayudar a los demás son en vano. Que tu opinión es pisoteada por muchos y tomada como broma por otros tantos. De que amando a alguien con todo tu corazón, esa misma persona escupa sobre el toda su bilis y lo tome por costumbre.
Eso va a cambiar. No quiero ser esta persona nunca más.
El año que viene, va a suponer un cambio. Uno casi tan grande como el que fue la primera vez que fui a trabajar fuera. Se que no puedo contar con muchos. Me quedo con esos otros que si cuentan. Sois pocos, pero sois.
El cambio, como todos los cambios y siguiendo el principio de equilibrio que suelen llevar las cosas, será para aumentar mi estabilidad. Como la peonza que gira en la mesa, puede encontrar su estabilidad en el suelo o sobre la propia mesa, pero la frenada siempre es brusca...
Recemos para que no me pegue una hostia desde la mesa.
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